Entrevista: Usted es peligroso. (Michel Foucault)
Traducción del francés: Lic. Mariano Talanchuk
«Vous êtes dangereux», Libération, n°
639, 10 juin 1983, p. 20. Republié dans Michel Foucault, Dits et écrits.
1954-1988. Tome
IV: 1980-1988, Paris, Éditions Gallimard, p. 522-524. Texto original: http://foucault.info/documents/foucault.entretienDangereux.fr.html
Encarcelado por
el robo de ochocientos francos, cosa que negó, Roger Knobelspiess fue
beneficiado por la libertad condicional. Arrestado nuevamente por robo, fue
encerrado en una cárcel de máxima seguridad, desde donde inicia la denuncia. Su
lucha le trae la popularidad entre periodistas, intelectuales y artistas. Un comité,
del cual M. Foucault no fue parte, se constituye para que el proceso sea
revisado, y le solicita a M. Foucault realizar el prefacio de su libro Q.H.S.:
Cárcel de alta seguridad (Paris, Stock, 1980). Cuando la izquierda llega al
poder, Roger Knobelspiess es nuevamente juzgado y liberado. Arrestado
nuevamente al poco tiempo por un atraco, aquel que había sido el símbolo de la
falta de igualdad de la justicia se convierte ahora en la imagen de la laxitud
de la izquierda y de la irresponsabilidad de los intelectuales. M. Foucault
responde aquí a esta campaña.
Si hablamos de sorpresas, efectivamente he sido
sorprendido. No por aquello que pasó, sino por las reacciones, y por la
fisonomía que éstas le dieron al evento.
¿Qué es lo que ocurrió? Un hombre es condenado a quince
años de prisión por un atraco. Nueve años después, el Tribunal Penal de Ruán
declara que la condena de Knobelspiess es manifiestamente exagerada. Liberado,
viene de ser culpado nuevamente por otros hechos. Y es así que toda la prensa grita por el error, por el
engaño, por la intoxicación. ¿Pero contra quién grita? Contra aquellos que
habiendo pedido una justicia más mesurada, contra aquellos que habían afirmado
que no está en la naturaleza de la prisión el transformar a un condenado.
Veamos algunas cuestiones simples:
1)
¿Dónde
está el error? Aquellos que intentaron plantear seriamente el problema de las
prisiones lo dijeron después de algunos años: la prisión fue creada para
castigar y corregir. ¿Castiga? Puede ser.
¿Corrige? Ciertamente que no. Ni reincersión ni formación, sino
constitución y reforzamiento de un “ambiente delictivo”. Quien entra a prisión
por el robo de unos miles de francos tiene más posibilidades de salir como
un gangster que como un hombre honesto.
El libro de Knobelspiess lo muestra bien: la prisión dentro de la prisión, las
cárceles de alta seguridad en las que se corre el riesgo generar resentidos
sociales con posturas radicales. Knobelspiess lo ha dicho, nosotros lo hemos
dicho, y había que divulgarlo. Los hechos, tal como los podemos conocer, corren
el riesgo de confirmarlos.
2)
¿Quién
ha sido engañado? Evidentemente todos aquellos que quisieron creer que una
buena temporada en la cárcel siempre puede ser útil para reencausar a un
muchacho peligroso o evitar la reincidencia.
Igualmente aquellos que han querido creer que los quince años de prisión de Knobelspiess por un hecho poco claro podría ser un gran beneficio para él y para otros como él. La gente que ha sido engañada por aquellos que quieren una justicia tan escrupulosa como sea posible, como así también por aquellos que creen que los castigos, aunque sean poco examinados mejoraron la seguridad.
Igualmente aquellos que han querido creer que los quince años de prisión de Knobelspiess por un hecho poco claro podría ser un gran beneficio para él y para otros como él. La gente que ha sido engañada por aquellos que quieren una justicia tan escrupulosa como sea posible, como así también por aquellos que creen que los castigos, aunque sean poco examinados mejoraron la seguridad.
3)
¿Dónde
está la intoxicación? Solyenitzyn tiene una frase maravillosa y dura: “Habría
sido necesario, dijo, desconfiar de aquellos líderes políticos que tienen el
hábito de enorgullecerse de sus prisiones”. Existe toda una literatura de
pacotilla y un periodismo chato que practica a la vez al amor a los
delincuentes junto al pánico extremo ante la delincuencia. El héroe truhán, el
enemigo público, el rebelde indomable, los ángeles negros… Se publican con el
nombre de grandes asesinos o de gángsters célebres estos libros reescritos –o
más bien escritos- por los editores, que hacen las delicias de los medios de
comunicación. Pero la realidad es bien otra: el mundo de la delincuencia y de
la prisión es duro, mezquino, envilecedor. Esas heroizaciones ambiguas son
peligrosas, pues una sociedad no necesita amar u odiar a sus criminales, sino
saber lo más exactamente posible qué es lo que castiga, porqué castiga, cómo lo
hace y con qué efectos. Ellas (las heroizaciones) también son peligrosas pues
nada es más fácil de alimentar por estas exaltaciones problemáticas, que la sensación
de inseguridad, donde las violencias se exasperan, tanto de un lado como del
otro.
4)
¿Dónde
está el coraje? Está en la seriedad que aporte el preguntar y repreguntar sin
cesar sobre estos problemas, que se encuentran entre los más antiguos del
mundo: la justicia y el castigo. Una justicia nunca debe olvidar cuán difícil
es ser justo y fácil ser injusto, qué trabajo demanda descubrir un átomo de
verdad y cuán peligroso es su abuso de
poder. Esa fue la grandeza de sociedades cómo la nuestra: después de siglos, a
través de discusiones, polémicas, también errores, ellas son interrogadas sobre
la manera en que la justicia debe ser dicha, es decir practicada. La justicia
–hablo aquí de la institución sirve eventualmente al despotismo si quienes la
ejercen y aquellos que ella misma protege no tiene el coraje de problematizarla. El trabajo del actual Ministro de Justicia
francés (Robert Badinter) por repensar el sistema penal mas ampliamente de lo
que lo ha sido hasta ahora, es desde este punto de vista importante. En todo
caso, los magistrados y jurados de Ruán han sido fieles a esa tradición desde
que han manifestado como desmesurada la pena inflingida a Knobelspiess. Desmesurada e incorrecta para todo el mundo.
5)
¿Dónde
están los peligros? Los peligros están en la delincuencia. Los peligros están
en los abusos del poder. Y están también en la espiral que los une y realimenta.
Se debe atacar todo aquello que pueda reforzar la delincuencia. Se debe atacar
también todo aquello, que por la manera de castigar, podría reforzarla.
En cuanto a usted, para quien un crimen de hoy justificaría
un castigo mañana, usted no sabe razonar. Más aún, usted es peligroso para
nosotros y para usted mismo, si por lo menos, como nosotros, usted no quisiera
encontrarse un día bajo el peso de una justicia adormecida en sus
arbitrariedades. Usted es también un peligro histórico. Pues la Justicia debe
siempre cuestionarse a sí misma, de la misma manera que una sociedad no puede
vivir sino de la presión que ejerce sobre si misma y sus instituciones.
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